jueves, 16 de mayo de 2013

¿Bangladesh? Paraíso para la explotación

   El pasado 24 de abril, en Bangladesh, se produjo el derrumbe de un edificio que ha causado la muerte de al menos 1.127 personas. El edificio Rana Plaza estaba formado por ocho plantas en las cuales había varios talleres textiles de marcas internacionales. Los trabajadores habían advertido algunas grietas, pero fueron ignorados. El inmueble tenía ilegalmente unos generadores colocados en el techo, estos producían una vibraciones que al sumarle a las grandes grietas por la baja calidad de los materiales ha sido la causa de dicha catastrofe.
   No solo trabajaban en unas condiciones pésimas, sino que encima obtenían unos míseros sueldos, unos 29 euros al mes o lo que es lo mismo, 2935,42 takas, la moneda oficial de Bangladesh. Resulta muy atractivo para estos empresarios al ser el lugar con el salario mínimo más bajo.
   Como es lógico, todos buscamos lo mejor para nuestra empresa o para nosotros mismos, pero hay cierto punto que separa lo que es mejor de lo que es aprovecharse de gente que necesita dinero para su familia y para subsistir ellos mismos. ¿Acaso tanto les ciega el dinero que no pueden ver que eso es explotación? Trabajan 18 horas al dia, obteniendo un salario insignificante, en condiciones infrahumanas... ¿Y todavía pueden estar orgullosos de ello y ponerle su marca a esas prendas?
   Para solucionar esto, 30 empresas han hecho un pacto para evitar este tipo de desastres, aunque las empresas americanas aun no tienen muy clara esta decision. Este pacto consiste en pagar las reparaciones exigidas en las inspecciones. Primark, El Corte Inglés y otras empresas han decidido dar ayudas a las personas heridas por este derrumbe. El Gobierno de Bangladesh también se une a mejorar la vida de los trabajadores textiles subiendoles el salario mínimo.
   Al menos, han empezado a tomar conciencia y a buscar soluciones, la pena es que tuviera que morir tanta gente... Ahora esperemos que estos pactos y decisiones sigan adelante mejorando la calidad de vida de esos trabajadores.

   Ainoa Aguado Fernández

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